Ir al contenido principal

Mine, nuestro payaso

Arlequín sentado con fondo rojo, Picasso, 1905

«¡Y aquí tenemos a Mine, nuestro payaso!», anunció el presentador. El delgado payaso corrió por la arena, se burló de los amantes de las primeras filas, abrazándose a sí mismo, y se comió la manzana caramelizada de un chiquillo. Después, entrando en su actuación, le pasaron unas clavas. Primer intento: malo; segundo: peor; tercero: catastrófico... El público, comprendiendo que el payaso no sabía hacer malabares, que no estaba fingiendo su inaptitud —porque si tal fuera el caso, se reiría de que jugasen con su impresión—, le lanzó comida y sombrillas. Cogiendo una, el presentador cubrió al payaso y lo metió al vestidor: «¿Acaso se te olvidó lo que has hecho toda tu vida?». A lo que Mine respondió: «Todavía lo sé con más primor que antes; lo que me pasó es que ni la manzana ni los abrazos, con tantos años de circo y de funciones, me han surtido el común efecto que les atribuimos».

 

Jueves, abril 30 de 2023


___

Comentarios

  1. El tiempo pasa, nos acostumbramos a todo, incluso lo que antes era suficiente para motivarnos deja de hacerlo. ¿Cómo seguir adelante cuando llegamos a ese punto?

    Saludos,
    J.

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Colado

A cat standing on it's hind legs , Louis Wain Eran las ocho en punto: saqué la arepa, el quesito, el huevo, el tomate y la cebolla de la nevera y me puse a hacer el desayuno estirándome a ratos, bostezando como si un diablillo apretara el botón de bostezos recién acababa de cerrar uno, y escuché las voces afuera: los niños de la del tercer piso yendo al colegio. — ¡Mami, mami gas! — ¡Gabriel, córrete, no pises eso! — Y se dirige a la amiga de enfrente — . Mana, ¿es del tuyo? — ¿Del tuyo qué? — Pues esto. — No, qué va ser mío mana. Abrí la puerta y era, para el gusto del ayuno y los dolores musculares, un charquito ya estancado de bilis con dos grumos de hojas; la bilis se detuvo terminando la escala y se estancó a lo largo del borde. Por lo menos los pasitos de los niños ni de la regañona le dieron arabesco de suela; pero el artífice de la sopa, el dueño de esos deshechos gástricos, el gatico, maullaba, queriendo entrar a mi casa, bregando a abrir con su tozuda cabezita...

Para que nadie vea

Farmento de la portada de Milagros Sefair El campo está despierto alrededor de ti en el cuadro Najwan Darwish: Elegía de un niño dormido   Sobre los escombros de tu casa, niña, y abrazando un peluche — si es que te enteras que lo abrazas único muelle entre las rocosidades y los edificios maltrechos — estás. Fátima Shbair te fotografió en Beir Hanoun, Gaza, cuando los palestinos reponían sus albergues intervalo de cese al fuego. ¿Es tu hogar, niña, y son esos edificios agujereados y escuálidos los hogares de tus vecinos? Once días de combate para una calma desde la cual divisas como si hubieras aparecido allí la devastación que figuras en tu contra.   Quién sabe si la niña cuando abraza al peluche es al peluche a quien abraza... O quién sabe si es a alguien más: a quien no ha encontrado.   Pero, repito, quién sabe: todavía nos aturden las bombas que, ¡lástima por ellos !, no dieron en el blanco... Y nos aturdirán las ...

«Del Paraíso a la Nakba: 75 años de la resistencia Palestina»

Volante Presentación enmarcada en la iniciativa española "Poesía por Palestina. Versos contra el genocidio" del 20 de enero (enero 21 de 2024).