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Oquedad al espanto

Daniela Janaye


El proceso, tendido pero convincente, de la presencia en la carnicería, vadeando pliegos, retiñendo colores fofos, impresiones baratas y a montón, de la tarea para octubre; y las letras ceñidas al lívido fantasmal, la bata que ondula por callejones precolombinos, por tímpanos de frailes, encomenderos, adelantados y caciques. Y de la silla quieta, la mamá en su reembolso, al tren del parque, al sepulcro, a las venas estancadas por el bloqueo de extremaunciones. Ese vaivén se extendió a las uñas de papel del primo cuya película dejé: las uñas que rasgaron las chozas de los intrusos, que ahogaron las pieles impolutas: me las puse por deshecho: ellas me trepaban, sabían el socavón yugular, y la sangre se insinuó en el reguero a paleta de las anochecidas... como insertándome al sueño, vinculando el lloro a quien lo elude.

 

El Pedregal, julio 25 de 2024


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Sonámbulo, Montevideo, Uruguay: MMEdiciones, núm. 30, agosto de 2024.

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A cat standing on it's hind legs , Louis Wain Eran las ocho en punto: saqué la arepa, el quesito, el huevo, el tomate y la cebolla de la nevera y me puse a hacer el desayuno estirándome a ratos, bostezando como si un diablillo apretara el botón de bostezos recién acababa de cerrar uno, y escuché las voces afuera: los niños de la del tercer piso yendo al colegio. — ¡Mami, mami gas! — ¡Gabriel, córrete, no pises eso! — Y se dirige a la amiga de enfrente — . Mana, ¿es del tuyo? — ¿Del tuyo qué? — Pues esto. — No, qué va ser mío mana. Abrí la puerta y era, para el gusto del ayuno y los dolores musculares, un charquito ya estancado de bilis con dos grumos de hojas; la bilis se detuvo terminando la escala y se estancó a lo largo del borde. Por lo menos los pasitos de los niños ni de la regañona le dieron arabesco de suela; pero el artífice de la sopa, el dueño de esos deshechos gástricos, el gatico, maullaba, queriendo entrar a mi casa, bregando a abrir con su tozuda cabezita...

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