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Entradas

Y contando

Burla el mito del domo, la mentira que dio por resultado, en ciernes desde el comienzo, vergüenza, ya intocable mérito de prestidigitadores o parlanchines: espuma condecorada, falible precisión del doctrinero, solo en término asimétrico y en embuste imperial. Traspasa la agitación del colono, su enclave perforado que ahora sí, por obra de misericordia monopolizada, se endilga la penuria en Oriente, lo tortuoso de llevar la civilización en sus costras. Y aunque «tiña de amarga coliquíntida el copioso pezón de la ubre de la tierra», la noche será iluminada por los reunidos, y desde los aires una de las estrellas no será cooptada, pasarán libres al encuentro del que en nombre de religión descarna y postra. Veremos, con brillo de supervivientes, a mitad la sangre y el desprecio, el caer de una farsa, la renuente obsesión del pastorcillo y sus ejércitos que se achicopalan ante los de su misma generación, no de pantalla y brinco, sí de barba y contrataque.   El Pedregal, junio 28 de ...

Su Día

Kaddish , Mauricio Lasansky, 1975 Fui a llevarle de regalo tres chocolates de otro regalo que no le importaba a su remitente. Había dicho, en semana, que fuera a almorzar para el Día. Y ahí estaba yo, viendo la advertencia de no señal y esperando que sirviera, sobando a la perrita, más interesada en los arroces de sobrado que en mis intentos de entretenerla. Comí solo, lavé los platos y me senté al borde de la cama a ver el televisor a oscuras, la perra jugueteando entre sus piernas acostadas y mi voz que le recordaba la pelota bajo la cama. Estuvimos así, contando las exhalaciones, repasando los marcos y pensando qué hacer ahora, con una tarde adelante y sin pretensiones de alargarla fingiendo lo que desconocíamos. Afuera, el sol calentaba el musgo de las escalas y traía fugaces risas de niños engominados, fugaces; nada nos alentaba a estar juntos, a no ser el silencio que nos separaba de la incomprensión. La perra fue a tomar agua, y con ella nosotros, a que mease.   Tres chocola...

Bloque redoblante

Agonía (detalle), Manabu Mabe, 1963 Por ocasión de la despedida, que no serás tan larga como el tiempo a sus funciones de embeleco y paseador de suelas, va a remetirse el presente a una consecución de bromas o afiches en la frente del iluso, pasión o incógnita del enclochetado, verás y creerás o paso al disminutivo, la puerquecita se resbala del caracolino y nadie la recibe, o le pasan las manos cuando su cadera ya se desentona del conjunto, formación perniciosa del que cae sin ser recibido, por mucho que llame grite y lo quieran agarran, y los brazos del ayudante que levantan al ya caído como si estuviera cayendo, pero la goma se resiente y las arrugas se enfilan y del vocablo dolor solo se entiende quítese o no siento las piernas; o el hombro en caso de trastabillar por una pierna de esqueleto, menino pasmado en hambres y sin quien le sirva a cucharadas el caldo de pollito nacido al seno de una cobija de nudos carrasposos, y ahí el dolor sería horizontal valedero de sobadas por mano ...

Dirección

AFP, 2023 El polizonte asentó la mirada en la tierra que venía. Le tocaron el hombro: un joven le preguntó por el pasado. Volviéndose, supo decirle cómo ir con menos riesgo, por quién preguntar apenas llegara. Y se quedó viéndolo irse... con él y sus derrotas.   El Pedregal, junio 21 de 2025 ___ En pocas palabras. Antología de microrrelatos súbitos , Rosario, Argentina: Laia Editora: «Antologías Hispánicas», vol. 29, julio de 2025

«Escuela Shadia Abu Ghazaleh» y «De la revista "Acuarela – Shuimo Hua". Entrevista de Alejandro Zapata Espinosa a Lilian Raquel Constantino»

Acuarela , 2025 El escritorio, elevación jerárquica y esquema del aposento, quemado. Una silla con las patas mirando el techo; en ese escritorio ya nadie se sienta a dictar clase, a calificar tareas o a pasarle los ojos a la lista, referencia de los cuerpos que han de encontrarse ahí mismo... La parte externa es la más quemada; en la interna pueden apoyarse las hojas para firmar o anotar un pensamiento antes de que se evapore en coyunturas. También sirve para meterse debajo. Es más, es posible que haya alguien debajo, pero no, que ese alguien salga a buscar ayuda, después del trece de diciembre, en el alma de los vivos... O para montarse encima, dañarla y prenderla en leña para que el café se reparta entre todos. Allí las sombras deben tocar, trémulas y enormes, el segundo piso, las cortinas-muros, el telón que atrapa el sereno: el escritorio dando lecciones, consumiéndose para las voces nocturnas: sirviendo el encuentro de los que sobreviven.   El Pedregal, abril 13 de 2025  ...

Abono a la costumbre

Minilibros de Sonora, 2025 Son las siete y media del veintiuno de febrero; allá es veintidós. Estoy con la cortina cerrada: llovió un poco antes de las seis, escampó, volvió a llover y a escampar. Ya me hice chorizo de pollo con arepa, aguadulce y dos tostadas. Acabé la aguadulce esperando que iniciara el encuentro, pero un compañero se fijó en el cronograma: empezamos módulo el lunes con otra profesora. La monjita preguntó por ustedes. —¿Y la mamá cómo va? —Ahí; lo mismo... Y ella y todos los que preguntan saben qué es lo mismo: lo que ustedes repiten en la isla. Hasta se me hace innecesario responderles; me desquito cuando me dicen que les mande saludos. Como que se les perdió el contacto o no les llegan los mensajes o le escriben al celular que se les dañó... La razón de la abuela, el no querer volver, a este paso, la suscribo. Gallina está cargando adobes hasta las cañas de don Jesús; ahí las descarga y Miro culmina el tramo donde el señor que le organizó los quince a Camila. Tambi...

«In memoriam» Rodrigo Pérez Gil

Otraparte, 2024 Hace siete días escuchábamos a Rodrigo, en chanclas, sudadera, buzo y gorro, lejos del traje y el cuello cerrado de alguien con una monografía « sobre la geometría elemental en el Chelsea College de la Universidad de Londres » y « reseñador de libros para el Boletín Cultural y Bibliográfico del Banco de la República » , como reza la solapa, hablar de que el mundo se dividía entre conformes e inconformes, dando sus últimos autos de fe con la moderación del profesor lloroso, enterado de lo que se venía. Compré el libro, hice fila « de confesión » , le dije y sacó la lengua, lo firmó con el lapicero prestado de tinta mojada y escribió lo que a todos (comparamos la dedicatoria) el trece de marzo de dos mil veinticinco: « A Alejandro, esta travesía por el matorral. Con afecto, Rodrigo » . Y, para calmarle la lloradera al moderador, leí: « A Alejandro, este travesti en el matorral » . Al irnos lo vimos bajando apoyado en la mano de un compañero; logré despedirme y medió alzó...

A una presión invito

Sonia Gabriela Ayala Cano, 2025 La paloma a tus rebotes, en el plano veraniego, frecuentando la camaradería y el helado de fresa, carcajadas de cachetes fofos, cadavéricos, y tú avizorando el rodeo, madre asumida por los rincones del parque asoleado, por las maneras alrededor de los jardines, la agenda en fecha contraria plasmándose como si tuviera algo más pendiente que cerrar frente a los electrodomésticos y la activa pelota desarmando cabezas, peinados y vasos de tinto desechable, producto nacional en manos venezolanas, bendita seas mixtura en tierras tropicales, quinta síntesis vasconceliana, como tú y yo, ¿no lo ves o no lo hemos predicho?, en este asiento, altos con la mirada al tutelar velo, pasión si acaso y renuncia de otras minucias, las conocemos, no por algo hijos y estudio y vagancia y los del trote anochecido la cerveza repetida media que se alargó la cosa, pero nos tenemos un rato, lo que vale, y ese maíz que acompañó el carrito de mecaterío desinfló la bolsa por manos d...

«Clientes», «El resumero» y «Cima del departamento»

Alexis Peña, 2025 Clientes   Les ofrecí mis servicios, a pesar de que no cargaran bolsas —la costumbre—, pero la de sesenta años, con pestañas postizas y de un negro carbón que palidecía su blancura de sebo, me miró de reojo y se le cayó una pestaña de tanto parpadear; el señor de cincuenta, con un audífono inalámbrico, no me vio pero se sacó el audífono para limpiarlo haciéndose una raya de aceite en la sudadera; y la última señora —de sesenta y algo— con el ombligo tierrudo, se agachó a coger una de las monedas de mil que pegué con pegaloca en la entrada.   San Pío X, diciembre 9 de 2023   ***   El resumero   Un primo decidió trasladar las síntesis finales de Reyes y de Crónicas a sus contemporáneos de estirpe. Llenó un cuaderno de colegio con las personas que le referenciaban, y, el día de reposo, nos lo dio a leer. Lo colocó en el atrio y dijo: «De esta forma el resumero de la familia los englobó a todos: “El resto de la historia de Amparo y de todo lo que h...

Tal vez el recuerdo

Paula Camila O. Lema Estaba listo, despidiéndose de la ciudad que ardía a humo de trancón y pantorrillas rasgadas. Fin del verse apurado en medio de un parque, bajo la puerta de un cine, entre roces bruscos y filos de cemento. Su alocución, los chasquidos de lengua, las pausas para verse en los otros, longevo hasta el menos joven, compartiendo, desviándose conforme se los indique la farsa asumida, lentos porque pueden, dichosos de que sea temprano y no lo intuyan. Las amistades, a su derecha, coronando de ají las empanadas, pasándolas con trago, compartiendo el logro, la lectura que los esperaría, tarde, siempre volviendo a la dedicatoria, a la premonición que evadieron desentendidos. Y los otros, el común, la bazofia, consultando “caco” en el primer diccionario que les aparezca, planeando ya dónde perderse apenas termine la charla. Eran, si no intrusos, exponentes, provocaciones al cuero decaído, a las enfermedades luctuosas. Exhibían que éramos muchos lo que permaneceríamos, de que “...

«Noche en La Unión...», «¡Trinan gorriones!...», «Del matorral...» y «Hemos llegado...»

La senda del haiku , 2025 Noche en La Unión. Aún con este frío Recorro el parque.   El Pedregal, marzo 2 de 2025   ***   ¡Trinan gorriones! Sobrevive la puerta al bombardeo.   El Pedregal, marzo 16 de 2025   ***     Del matorral a los altos suburbios hay solo un paso.   ***   Hemos llegado. El cielo permanece tras las montañas.   El Pedregal, mayo 30 de 2025 ___ Hotaru , «La ausencia del yo en el haiku», Sevilla, España: La senda del haiku , núm. 7, junio de 2025

«La abuela llama...» y «Hace tres años...»

La senda del haiku , 2025 La abuela llama cada día del mes al hijo ausente.   ***   Hace tres años no hay gardenias ni lirios en el florero. « La tristeza nos golpea en este haiku al presenciar la escena del florero vacío. Sin esa persona que lo llevaba de gardenias y lirios, ya van tres años en los que la ausencia de las flores y de su aroma hace más intensa la sensación de falta y vuelve más pesado el vacío de ese florero »: La senda del haiku  (2025).   El Pedregal, mayo 4 de 2025 ___ Viento de marzo. Antología de haiku por el 8 de marzo de 2025 , Córdoba, España: La senda del haiku , «III Especial de Hotaru », junio de 2025

Contra el ruin

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), 2023 Retrocede, calaña, ahora que las botas se han puesto en madre. Otrora al revés, matando al campesino, crónica de relleno, y, en este entonces, una mano ensucia, levanta la pintura sobre los cauchos: piernas de bebé, escalas hacia una luna que regenta un barrio disminuido, el sombrero en tierra que es su único cuerpo, como si tuviese la orden y plenipotencia en cuestiones de ambigüedad no corroborada, ¿qué tipo de censor es quien ni amerita representar a los suyos?, de tirar a la basura botas que fueron seguros de muerte, hallazgos manipulados por las glorias modernas de las Fuerzas Armadas en su ejercicio de proteger el país de otros, que no de ellos mismos, incentivados por platos de arroces, medios pollos o cinco días libres. La cifra en cuestión y el silenciamiento de los pasados por un insignificante al cual los misterios, mínimos o fugaces, no han de tener cabida en esa brutalidad amparada en hilos que tocan a destiempo la glorific...

Por Santa María

Club Literario Coatepeque, 2025 La llamada antecito de medianoche para avisarnos que si conocíamos al señor dueño del celular tirado en la calzada. Y fue que, después de celebrarle, bajó a fondear cantinas y siemprebuenas y se quedó babeando y con los marchitos del pecho contra la calle. Igual lo recogió el nieto que en esas andaba. Hoy que amaneció lo regañamos por tomatrago y en lo que entendía supo que la rabia no era tanta y que lo peor es cuando no lo tengamos ni para la aguasal.   El Pedregal, junio 18 de 2025 ___ Club Literario Coatepeque , "Microrrelatos para papá", Guatemala, junio 20 de 2025

El lugar

Paisaje de Martinica , Paul Gauguin, 1887 La siembra, que no ha empezado, permite abrigarse en las decisiones, en el silabeo que dura hasta los treinta y se restituye décadas después. Aún el sendero persiste, se desfleca, da figura a la manía que en ratos de compensación deberá proveerse. Sí, no era la firmeza temprana, el cogote arrimado, sino la desnudez en invierno, el humo secando las cigarras al borde del catre. La puerta, la pared mojada, el divorcio de lo que proponía, candado y gramo, asentarse sin haberle correspondido a la porción de viaje, estornudo y trinchera. En busca, en procesión y en decadencia al lugar, al sitio elegido, quizá inevitable o no imaginado, proceso que necesita de la sangre en fuga para dar contorno e iluminar sus restos, imagen no afeitada, sin almizcle ni polvos, teniéndose en espera por el elegido o los circundantes. Nombrarlo y pensar en él para que vivan sus desentendidos, sus colapsos rutinarios, la venda y el mecanismo fósil. «No quiero ligaduras d...

Responso a lo perdido

Monumento al cangrejo azul en las playas urbanas de Turbo, Antioquia. Playa Dulce, Colombia . Marco Antonio Cairoza Díaz, 2016 Aquí estuvieras deseando no haberte despegado una de tus uñas. Preferiste el brillo de los restaurantes, los mozos y las diez mil tiendas por cuadra. Fue poco haberte traído una vez, cuando la tierra, yo creía rejuvenecerme, y luego aplazabas la venida con un alegato sacado del bolsillo o un inconveniente con los papeles de tu mamá. Luego se murió, de tanto inventarle muertes. Tampoco fui a su velorio; vine a la playa a dejarme repasar por la arena, el oleaje que se repite como la línea de tu autor famélico. Desde entonces menos que me acompañabas, y acertamos dejando las cosas como antes. Agradezco a Dios que no dejamos crías de por medio. Imagínate, si me escuchas, que nos tuviéramos que encontrar o que yo debiera hablarte para una ceremonia o un permiso. Ya lo que vivimos quedó en nosotros, y de nosotros pasa al alcantarillado o a la marea. Vengo por las mañ...

Reaparece el velamen

La Mort et le Bucheron , Jean-François Millet, 1859 «De mi retorno / sólo sabrán los frutos y los huesos», una foto guardada, desleídas las voces que tomábamos, quien creímos en instante cuando no era siquiera minuto de convicciones. Pasarán el gentilicio y los conciudadanos, la toma de posesión de una hormiga, y el que estuvo allí y presenció cuán pocas viviendas se albergaban, como todas, será entonado en una sigla y en continuo misterio. Daremos al cielo mohíno la razón para chocarse, a los guamos y a las pencas intereses que desquitan su remedio. Sopla: los mares se estremecen y tú no estás allí para verlos; haces parte del orificio en el que terminan los pies callosos, las políticas en clave de religiones y el busto cuarteado en su entrega.   ***   Cerrar la muerte con silencio, despedir a Joro con la canción repetida, viéndola de frente, pensando en cómo se asemejan las modulaciones con el de la mujer hace poco escuchada, igualita en los dientes, en la mirada baja que ec...